Por Germán Giraldo
Después de las órdenes más recientes emitidas por Donald Trump y sus repercusiones iniciales, voces diversas plantean que la economía de Estados Unidos podría enfrentar una recesión, debido a una inflación mayor o lo que se denomina estanflación.
Con la aplicación gradual de aranceles a las importaciones de China, México y Canadá, sin duda, los precios de los productos serán más altos. A mayor cantidad de mercancías impactadas con los aranceles, mayor será el efecto en la inflación.
Si los países mencionados responden para protegerse, lo que resulta obvio, se agudizará una guerra comercial negativa para la economía mundial, sobre todo si se prolonga por meses.
Ante este panorama, es válido cuestionar ¿qué tiempo les tomará a las empresas estadounidenses sustituir importaciones? Sin embargo, eso no parece ser viable a corto plazo. Si se logra, sería con productos de menor costo para que el bolsillo del consumidor local no sufra.
La baja en el poder de compra de los individuos y las empresas afectará la economía a través de la inversión y el consumo, componentes importantes de la demanda agregada. Una reducción de esos gastos se verá reflejada en el Producto Interno Bruto (PIB) real y en la posible recesión.
La encomienda de Trump a Elon Musk, de reformar el gobierno federal a través del nuevo de Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), agrega un peso adicional al reto económico porque la principal gestión de esa agencia hasta el momento -el despido de empleados federales como mecanismo para reducir gastos- tendrá un impacto notable. Las cesantías se traducen en una reducción del gasto público, que es un factor de estímulo al crecimiento económico.
En teoría, el alza en los aranceles y una guerra de precios, sumado a la reducción en gastos del gobierno federal y un alza en el desempleo obliga a pensar en una desaceleración de la economía. El propio Trump ha hecho referencia al surgimiento de un “periodo de transición”.
Al presente, los mercados de valores parecen ser los más sensibles ante la incertidumbre. Las promesas de Trump a los empresarios sobre disminuir o eliminar las regulaciones y recortar los impuestos han auspiciado ganancias extraordinarias del mercado.
Su principal asesor económico, Kevin Hassett, ha sido crítico de aquellos que proyectan un panorama oscuro. Desde su visión económica, las medidas están generando frutos al lograr que empresas manufactureras regresen al país y generen empleos.
Si suponemos que los aranceles son una política comercial correcta, ¿cómo compensar el diferencial de salarios entre los países? En casos como el de México, el diferencial de salario es la razón de la reubicación de las empresas.
En teoría, un alza en la productividad del trabajo sería la justificación. El dato más reciente (2024), reflejó un alza anual del 2.3%, el más alto en 14 años.
En conclusión, los inversionistas temen que los aranceles aumentarán los costos de producción y los precios afectando el crecimiento de la economía.
Los mercados de valores parecen estar realizando sus propios ajustes.
Sin dudas, esto apenas está comenzando.