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Puerto Rico

Rompamos las cadenas del conformismo

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Por Carlos A Flores Ortega

Agrónomo y ex secretario de Agricultura

A menos de dos meses para un evento electoral en Puerto Rico, el que dictará nuestro futuro por los próximos cuatro años, se repite el escenario de políticos buscando desesperadamente el voto de sus constituyentes haciendo promesas de campaña a todo dar y de todos colores.

 Nada nuevo y no nos sorprende. Yo he estado durante cuatro años enviándole artículos publicados en periódicos y en los medios digitales a muchos políticos sobre problemas en la agricultura y para mi decepción nunca me comentaron o reaccionaron a los señalamientos.

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 Sin embargo, en las últimas semanas comienzo a recibir sus mensajes de promoción para reelección o para que los apoyemos en su objetivo de representarnos en la búsqueda de soluciones a nuestros problemas.

Si no sirvieron para interesarse en lo que señalamos, para qué los necesitamos ahora. De hecho, ya he interactuado con algunos y los he sacado de mi lista de contactos. Demás está decir que no tendrán nuestro apoyo.

 Durante estos meses previos a unas elecciones se escribe la ruta que debemos aceptar antes de dar el voto a quienes nos representarán. Esto no debe ser un permiso a ciegas, debe ser un voto de confianza para atender lo que verdaderamente nos preocupa e interesa.

 Los partidos políticos le llaman programa de gobierno y compromisos programáticos que deben ser definidos y aprobados por sus juntas de partido y luego convencer a los constituyentes de que con estos planes Puerto Rico deberá mejorar.

 Estos planes los elaboran comités principalmente compuestos por servidores públicos y expertos del sector privado. Así lo hacen casi todos los partidos y requieren que estos comités consulten en reuniones con la gente sus ideas y reciban nuevas propuestas. Así se consulta al pueblo y se confecciona lo que será el mapa de ruta de los partidos.

 La dinámica debe ser de apertura y de amplia participación, pero esto no siempre ocurre así. Tenemos la dinámica del sector público donde se forman bandos enfocados más en alcanzar puestos y posiciones que en presentar ideas y soluciones. En casi todas las agencias están más interesados por quién va a dirigir la agencia que los cambios que van a presentar y esto dilata y corrompe el proceso.

 Por otro lado, en el sector privado la dinámica es asegurar que las ideas y compromisos puedan generar ganancias, contratos o beneficios a grupos específicos por solo el hecho de que participaron y apoyaron económicamente al partido.

 Dos escenarios con los que el nuevo gobernante tendrá que trabajar hábilmente para una vez alcanzada la meta de ganar unas elecciones filtrar bien toda esta “borra” que queda en la taza y que más adelante les ocasionarán problemas éticos y de ejecución.

Cuando un político se acerque lo primero que debemos preguntarle es si conoce su plan de gobierno o lo que su partido considera será la política pública. Muchos de ellos ni conocen esto. La mayoría de ellos nos dirán que el anterior no lo hizo, pero ellos sí resolverán los problemas que nos aquejan.

Ahí está la clave para romper el conformismo de escuchar clichés y jingles de campaña. Ahí es el momento de preguntarles cómo lo van a hacer. Es más importante el cómo que el qué y ahí escucharán algunos balbucear y decir que escucharán al pueblo que es soberano para buscar las soluciones.

 A este tipo de político de derecha y dígale adiós porque está perdido en las nubes y no hay seriedad ni compromiso para que nos represente.

La democracia es la herramienta más poderosa que tienen los países y mientras mayor participación se logre en los eventos electorales, mejor representada estará su ciudadanía. Esto les pone mayor presión a los políticos porque tienen que esbozar planes que atiendan a todos los sectores de la población.

 En nuestro caso el sector agrícola necesita de unas atenciones especiales que la mayoría de los políticos desconoce y que muy pocos se toman el tiempo de entender.

Un plan agrícola como mínimo debe incluir un análisis de la situación actual dentro del trasfondo histórico de nuestra Isla. Debe incluir un análisis de la aportación de la agricultura al Ingreso Bruto Agrícola y cómo este ha variado además de los cambios en los eslabones que este sector de producción primaria impacta como la industria de alimentos, la manufactura y el turismo.

Se debe estudiar el impacto de los incentivos y cómo estos promueven la sostenibilidad de las actividades agrícolas y su crecimiento. El retorno de inversión que estos generan y si es necesario hacer cambios a estos incentivos o subsidios agrícolas.

Es importante tener claro la necesidad del obrero agrícola y cómo se puede motivar a más puertorriqueños a entrar a esta fuerza laboral sin descartar la importación de mano de obra extranjera, recurso que están usando todos los países del mundo.

Ante la realidad de continuos recortes de presupuesto ordenados por la Junta de Supervisión Fiscal, los políticos tienen que entender bien claro la función normativa y fiscalizadora del Departamento de Agricultura (DA) y traer soluciones y cambios a la estructura organizacional para mejorar su efectividad.

Además, es necesario revisar los sueldos y condiciones de trabajo de los empleados gubernamentales que han aguantado las reducciones más grandes en la fuerza laboral continuando el trabajo como verdaderos servidores públicos.

A modo de ejemplo, para el año 2000 la plantilla de empleados del DA era de 2,200 empleados en la sombrilla y hoy escasamente alcanza unos 600 empleados. Esto está directamente relacionado con las asignaciones de presupuesto y cómo se establecen las prioridades en el modelo de servicio gubernamental en agricultura.

Los políticos deben entender que el DA no es una isla aparte y que necesita el apoyo de agencias estatales y federales para cumplir su misión. Son enfoques estratégicos que casi siempre están desarticulados y no tienen grandes logros. Son como fincas aparte y cada cual haciendo lo suyo por su lado con el mismo cliente.

Así tenemos el DA buscando ayuda de Educación, Recursos Naturales, la Universidad y por otro lado las agencias federales en lo suyo y los agricultores perdidos entre tantas oficinas y burocracia lo que le trae frustración y apatía al sistema de gobierno.

Durante esta época los políticos deben estar concentrados en establecer estrategias para mejorar la agilidad gubernamental. Cómo solicitar y recibir del DA las aprobaciones en un tiempo razonable. No como lo que hemos visto en los pasados cuatro años donde todavía no se sabe si se recibirán las ayudas que se prometieron.

Conscientes que la función del DA es una normativa y no la de hacer o desplazar negocios, sino más bien un promotor de iniciativas privadas que se encarguen de la actividad agrícola. En los planes de los partidos es necesario preguntarles a los políticos qué están considerando en cuanto a la utilización de nuevas prácticas agrícolas, ciencia y tecnología de avanzada que nos lleve a una mayor producción.

Los planes de gobierno en la agricultura deben proveer ayudas tanto para el agricultor pequeño o artesanal como para el industrial exportador, esto se enmarca en políticas diferenciadas que atienden a cada cual en sus necesidades.

Incluso, los políticos deben incluir estrategias para promover cadenas agroalimentarias donde se establezcan acuerdos entre productores y empresas elaboradores, en diseños que permitan sacar nuevos productos del país elaborados al mercado y sustituir importaciones.

La promoción de la agroindustria y mercadeo deben tener un espacio importante en la planificación de la agricultura y reconocer la aportación que estos sectores proveen a la economía con nuestra materia prima al igual que el turismo con el disfrute de los campos y fincas para el disfrute de experiencias y escenarios únicos en la Isla.

La relación con el desarrollo y una mejor calidad de vida en las zonas rurales es patente y vital para nuestras comunidades aisladas. No por último es menos importante pero los políticos deben tener un compromiso de sangre con la protección de los terrenos agrícolas si quieren nuestro respaldo en la política.

Ya es demasiado estruendoso el silencio que muchos políticos han hecho en situaciones de riesgo de pérdida de terrenos agrícolas para luego con caras de lechuga venir a buscar el voto para representarnos. Si no pueden defender lo nuestro entonces para que los necesitamos. Aquel que ponga un pie al frente, estará bien respaldado.

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