Por Enrique Vázquez Quintana
Ex secretario de Salud
Tanto la constitución norteamericana como la de Puerto Rico que es más reciente y avanzada indican que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley.
En Puerto Rico tenemos un Código Judicial, pero éste no se aplica a los jueces del Tribunal Supremo. En Estados Unidos los jueces no poseen un Código Judicial siquiera. En Estados Unidos los jueces del Tribunal Supremo son designados por el presidente de la nación y confirmados por el Senado.
En Estados Unidos los jueces del Tribunal Supremo son conservadores y liberales y sus nombramientos son de por vida. El presidente que los designa sólo está en su puesto por cuatro u ocho años, pero su filosofía política continuará por la vida de los jueces por él designados.
Los jueces del Tribunal Supremo Federal mueren en el estrado; esos jueces añoran más su puesto que su propia vida. Al presente la Corte Federal (SCOTUS) consiste de seis jueces conservadores y tres liberales. El presidente Donald Trump nombró a tres de los jueces conservadores. Esos jueces ostentarán la filosofía política conservadora del presidente Trump hasta su muerte.
Los jueces del Tribunal Supremo no les responden a los ciudadanos. No responden al dicho enunciado por Abraham Lincoln de un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. Ese dicho ya no tiene vigencia en la república democrática de Estados Unidos. Los jueces del sistema legal anglosajón que opera en Estados Unidos se han arrogado poseer inmunidad, impunidad e infalibilidad.
Esos privilegios los han obtenido por decisiones estatutarias, que son casos decididos para su propio beneficio. Uno de esos casos considerado como una de las veinticuatro sentencias erróneas hechas por SCOTUS es Stump v Sparkman. En ese caso del 1978 el Juez Stump de Indiana ordenó la esterilización de una niña de 15 años por sospechar que era retardada, sin escucharla a ella o a su representante legal y con la corte cerrada.
La joven se casó a los 17 y no pudo conseguir quedar embarazada. Demandó a su madre, al cirujano, al abogado y al Juez Stump. SCOTUS decidió que el juez Stump actuó correctamente. Una estudiante de leyes, Deborah Threedy, escribió una obra de teatro en la que le dispara al escroto del juez Stump para dejarlo estéril y vengarse siguiendo la Ley del Talión: “ojo por ojo, diente por diente”.
Cinco jueces conservadores de SCOTUS le concedieron inmunidad al expresidente Trump. Al presente, cuatro jueces liberales están manifestando su indignación ya que esa sentencia altera el puesto de la presidencia y se burla del principio fundamental de la constitución y del sistema de gobierno norteamericano que indica que todos somos iguales y ningún ciudadano está por encima de la ley.
El alegato de los cuatro jueces liberales raya en la hipocresía, ya que los cinco jueces conservadores le transfirieron al expresidente Trump su propia inmunidad. Ambas inmunidades, la de los jueces y la concedida a Trump, violan la constitución norteamericana y el principio de igualdad ante la ley. Si los jueces no pretendieran poseer inmunidad no se la podían brindar a Trump.
Al SCOTUS concederle inmunidad a Trump lo convierten en el nuevo monarca del gobierno de Estados Unidos, dando al traste con la separación de poderes de un gobierno democrático. Recuerden que los peregrinos llegaron a Cape Cod Massachusetts el 11 de noviembre de 1620 huyendo de la persecución política y religiosa.
Los republicanos del presente en Estados Unidos han descartado la democracia para establecer una nueva monarquía, la del Rey Trump. Battered children are batter fathers. Los jueces le transfirieron su inmunidad a Trump.