Por doctor Edgar León
El Departamento de Educación de Puerto Rico ha bloqueado el acceso a ChatGPT y a la mayoría de las plataformas de inteligencia artificial en sus redes oficiales, permitiendo únicamente el uso de Microsoft Copilot. Esta medida, tomada sin consulta pública ni justificación técnica clara, ha levantado serias dudas sobre la dirección que está tomando la política educativa tecnológica del país.
Según fuentes internas, el argumento es “proteger la seguridad digital y evitar usos indebidos”. Sin embargo, detrás de esa narrativa se oculta una realidad incómoda: mientras se censuran herramientas abiertas y gratuitas, el gobierno mantiene contratos millonarios con Microsoft por licencias de software, servicios en la nube y suscripciones anuales, comprometiendo fondos públicos que podrían destinarse directamente al aprendizaje.
¿Protección o control corporativo?
El acceso exclusivo a Copilot —propiedad de Microsoft— plantea una pregunta ética y económica que el país debe afrontar:
¿Estamos frente a una estrategia de seguridad digital o ante un monopolio tecnológico institucionalizado dentro del sistema educativo?
Los contratos del Departamento con Microsoft superan los millones de dólares en licencias de programas que, en muchos casos, podrían ser sustituidos por alternativas de acceso abierto, seguras y sin costo.
En una época donde la inteligencia artificial democratiza el conocimiento, pagar sumas millonarias por herramientas limitadas mientras se bloquean opciones abiertas como ChatGPT, Gemini o Claude, es un contrasentido educativo y ético.
A pesar de los titulares sobre “tecnología en el aula”, la mayoría de las computadoras en las escuelas públicas de Puerto Rico están obsoletas.
Equipadas con procesadores Intel i3 o i5 de generaciones pasadas, algunas pocas con i7, y con conectividad limitada, muchas ni siquiera soportan de manera fluida las nuevas plataformas de IA o entornos virtuales de aprendizaje.
La realidad tecnológica en las escuelas: un espejismo digital
Además, la falta de un internet robusto en los planteles convierte el discurso de “educación digital” en un simple eslogan administrativo.
Hablar de innovación sin infraestructura real es un engaño para maestros, estudiantes y padres.
¿Cómo se puede enseñar robótica, programación o inteligencia artificial si el acceso a las herramientas está bloqueado o las computadoras ni siquiera pueden cargar las plataformas modernas?
ChatGPT: una herramienta de equidad, no de amenaza
ChatGPT no es un riesgo; es una oportunidad.
Miles de instituciones académicas en Estados Unidos, Europa y América Latina lo utilizan para:
Fomentar el pensamiento crítico y creativo en el aula.
Apoyar la educación diferenciada, atendiendo a estudiantes con diversas capacidades.
Asistir a los maestros en la planificación, redacción de materiales y tutorías.
Motivar la curiosidad intelectual y la exploración del conocimiento global.
Negar su acceso no es una medida de seguridad, es un retroceso pedagógico.
Es privar a los estudiantes de la herramienta que define el futuro del aprendizaje.
Un llamado al Secretario de Educación: desbloquee la mente digital del país
En nombre de los maestros, los estudiantes y las comunidades escolares, hacemos un llamado directo al Secretario de Educación de Puerto Rico, Dr. Eliezer Ramos Paréz para que desbloquee ChatGPT y todas las plataformas de inteligencia artificial en el sistema público.
El conocimiento no puede ser monopolizado ni limitado por intereses corporativos.
La inteligencia artificial debe ser una herramienta de equidad, no un privilegio con licencia de pago.
Conclusión: libertad para aprender
El verdadero desafío de la educación puertorriqueña no es tecnológico, es filosófico:
¿Queremos formar estudiantes críticos y libres o consumidores dependientes de una sola marca?
Mientras otros países abren las puertas a la inteligencia artificial, Puerto Rico las cierra con candado.
Y al hacerlo, cerramos también las puertas del futuro.
El conocimiento no se bloquea.
Se comparte.
Y se libera.








